
Es mi codicia imaginar tus yemas atizándome
Y que respondas mil preguntas con una sonrisa
Y cuando pregunte ¿dónde estás?
¡Que un abrazo tuyo me conteste el ruego!
Sueño ver crecer tus ojos en una niña
Sueño darte mi sangre blanca y tibia
Un ángel viene y dice que ha escrito tu nombre
Y que borró del libro de la vida a este hombre
Tal vez nos reencarnemos en una misma alma
Y doña muerte no pueda contra una llama
Mis ojos tristes escriben tu nombre y vuelo,
Por las mañanas mi trabajo es recordarte
Encuentra mi voz en tus desiertos de invierno
Llega a mí y lloverán mil deseos de ayer
Podrías llenar el cáliz si vienes y me tocas
Podría ser hoy un viernes santo si me nombras
Puede ser que al terminar mi deseo perpetuo
Salga de este poema para morir con mi oración
Quizás cuando te desvies de tus caprichos
Pierdas la vergüenza de esconderte en mí.