Su existencia estaba sellada
con las tintas de un diluvio inexistente
y allá, lejos, sobre las grietas
la tristeza rompía los pocos espejos que quedaban,
trepando de nuevo por sus piernas llenas de miedo.
Deseoso era su andar, lleno de una furia de ansias tiesas.
Curiosamente su presencia derrochaba
algún frío beso, hirviendo de espacio.
Carente de forma,
excediendo a la materia sin...